Por Leland M. Lazarus1 & Guido L. Torres2
Este artículo fue publicado originalmente por la Iniciativa de Guerra Irregular como antesala a la conferencia Sudamérica en Competencia. La traducción al español fue realizada por Expediente Abierto con autorización expresa de los autores.
“La seguridad económica es seguridad nacional.” Este principio fundamental, reiterado durante años por diversas agencias del gobierno estadounidense —desde la Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca hasta las directrices del Tesoro y del Departamento de Comercio— ha cobrado nueva urgencia a medida que se intensifica la competencia estratégica en el Hemisferio Occidental. Ninguna región lo ejemplifica con mayor claridad que América Latina y el Caribe, donde la diplomacia económica se ha convertido en un terreno de disputa.
Durante tres años, este lema fue impulsado por el Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM), subrayando que la seguridad económica y la seguridad nacional de una nación están entrelazadas, y que una excesiva dependencia económica de China podría socavar la soberanía de los países latinoamericanos y caribeños. Aunque el mensaje resonaba con fuerza en Washington, en nuestras conversaciones con colegas en la región surgía a menudo la pregunta de si la ciudadanía latinoamericana compartía esa preocupación.
Con frecuencia, no era así. Parte de la razón radica en la propia historia conflictiva de Estados Unidos en la región, con decenas de intervenciones militares en países latinoamericanos y caribeños al amparo de la tristemente célebre Doctrina Monroe. Para algunos líderes de la región, las advertencias de Washington sobre las amenazas chinas a su seguridad económica y nacional pueden parecer hipócritas.
Dicho esto, resulta decepcionante que, en muchos países de América Latina y el Caribe, donde el discurso político interno se moviliza con fuerza para proteger la soberanía frente a lo que consideran una reedición de la Doctrina Monroe, no se vea el mismo empeño en resguardar esa soberanía frente a China.
Pekín suele presentar sus proyectos regionales en términos estrictamente comerciales, pero su sustancia es estratégica: utilizar la influencia económica para moldear el comportamiento político de Estados más pequeños. En América Latina y el Caribe, esta coerción es cada vez más sutil, omnipresente y eficaz. Las tácticas chinas constituyen una forma de guerra irregular tan antigua como El arte de la guerra de Sun Tzu. Un antiguo proverbio chino resume bien este enfoque: “vencer al enemigo sin luchar”. Por ello, los países latinoamericanos y caribeños deben identificar cuándo y cómo China recurre a la coerción económica, y desarrollar estrategias que les permitan contrarrestarla con éxito y proteger de forma proactiva su soberanía.
- Fundador y director ejecutivo de Lazarus Consulting, LLC, una firma de consultoría estratégica especializada en las relaciones entre Estados Unidos, China y América Latina. Es investigador senior no residente en el Global China Hub del Atlantic Council, exfuncionario del Comando Sur de EE.UU. (SOUTHCOM) y exdiplomático estadounidense. ↩︎
- Director ejecutivo de la Iniciativa de Guerra Irregular e investigador senior no residente del programa Forward Defense del Atlantic Council. ↩︎